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  • Soy soldado de profesión y me enorgullezco de ello. Pero estoy más orgulloso, infinitamente más orgulloso, de ser padre. El soldado destruye para construir; el padre sólo construye, nunca destruye. Uno tiene el potencial de la muerte; el otro encarna la creación y la vida. Y aunque las hordas de la muerte son poderosas, los batallones de la vida son aún más poderosos. Espero que mi hijo, cuando me haya ido, no me recuerde en el campo de batalla, sino en el hogar, repitiendo con él nuestra sencilla oración diaria: Padre nuestro que estás en los cielos.

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