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La asignación de dinero público siempre es perfectamente hermosa hasta que se pide a alguien que pague la factura. Si queremos tener mil millones de dólares para la marina, quinientos millones para ayuda agrícola, etc., el pueblo tendrá que proporcionar más ingresos pagando más impuestos. Son ellos, a través de su Congreso, quienes deben decidir hasta dónde quieren llegar.