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El que sobrevive a una esposa a la que ha amado durante mucho tiempo, se ve separado de la única mente que tiene las mismas esperanzas, temores e intereses; de la única compañera con la que ha compartido mucho bien y mucho mal, y con la que podía poner su mente en libertad para rememorar el pasado o anticipar el futuro. La continuidad del ser está lacerada; el curso establecido del sentimiento y la acción está detenido; y la vida está suspendida e inmóvil.