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Atrás quedaron los días en que un caballero tomaba ligeramente tu mano entre las suyas y la rozaba con sus labios, o se inclinaba el sombrero para saludarte mientras se apartaba caballerosamente para dejarte pasar.
Atrás quedaron los días en que un caballero tomaba ligeramente tu mano entre las suyas y la rozaba con sus labios, o se inclinaba el sombrero para saludarte mientras se apartaba caballerosamente para dejarte pasar.