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Existen similitudes entre el poder absoluto y la fe absoluta: la exigencia de obediencia absoluta, la disposición a intentar lo imposible, la inclinación por soluciones sencillas para cortar el nudo en lugar de deshacerlo, la consideración del compromiso como rendición. Tanto el poder absoluto como la fe absoluta son instrumentos de deshumanización. Por lo tanto, la fe absoluta corrompe tan absolutamente como el poder absoluto.