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Pero los judíos están tan endurecidos que no escuchan nada; aunque sean vencidos por los testimonios, no ceden ni un ápice. Es una raza perniciosa, que oprime a todos los hombres con su usura y rapiña. Si dan a un príncipe o magistrado mil florines, extorsionan a los súbditos con veinte mil como pago. Debemos estar siempre en guardia contra ellos.