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En mi propio país, muchas de las películas de los últimos años expresan nuestros temores innatos sobre lo que nos espera. Son visiones apocalípticas que dejan sólo a unos pocos habitantes en la Tierra, ciudades enteras que sobreviven bajo cúpulas porque hemos agotado nuestros recursos naturales. Y a menudo en estas películas, por razones que cuestiono, tenemos alienígenas espaciales que siempre están volando Washington, D.C., y la Casa Blanca.