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  • Durante la depresión, el mundo desaparece. El lenguaje mismo. Uno no tiene nada que decir. Nada. Ni charlas, ni anécdotas. Nada puede arriesgarse en el tablero de la charla. Porque la voz interior es tan urgente en su propio discurso: ¿Cómo viviré? ¿Cómo gestionaré el futuro? ¿Por qué debo seguir?

    Kate Millett (1990). “The Loony-bin Trip”, p.283, University of Illinois Press