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No me parece descabellado encontrar un refuerzo del optimismo, una renovación del valor y la esperanza, en la teoría moderna de que el hombre ha llegado a ser lo que es desde el escalón más bajo de la potencialidad, a través de penosos grados de una existencia en constante expansión, aunque haya sido por una escalera de caracol, principalmente oscura o polvorienta, con aspilleras sólo a largos intervalos, y que éstas no conceden más que una visión estrecha y unilateral.