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Tardamos mucho en descubrir lo ricos que somos. Nuestra historia, estamos seguros, es bastante insulsa: no tenemos nada que escribir, nada que deducir. Pero nuestros años más sabios todavía se remontan a los despreciados recuerdos de la infancia, y siempre estamos pescando algún artículo maravilloso de ese estanque; hasta que, poco a poco, empezamos a sospechar que la biografía de la única persona tonta que conocemos es, en realidad, nada menos que la paráfrasis en miniatura de los cien volúmenes de la Historia Universal.