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  • Es bueno venir a un país del que no sabes prácticamente nada. Tus pensamientos se quedan quietos, inútiles. Hay que reconstruirlo todo. En un país del que no sabes nada, no hay punto de referencia. Te esfuerzas por asociar colores, olores, recuerdos borrosos. Vives un poco como un niño, o como un animal. Los objetos y los acontecimientos pueden traerte cosas a la mente, pero al final no son más que lo que son de hecho. Comienzan sólo cuando los experimentas, desaparecen cuando otros los siguen.

    Andrzej Stasiuk (2011). “On the Road to Babadag: Travels in the Other Europe”, p.79, HMH