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La sociedad de los autores muertos tiene esta ventaja sobre la de los vivos: nunca nos adulan a la cara, ni nos calumnian a nuestras espaldas, ni se inmiscuyen en nuestra intimidad, ni abandonan sus estanterías hasta que los retiramos.
La sociedad de los autores muertos tiene esta ventaja sobre la de los vivos: nunca nos adulan a la cara, ni nos calumnian a nuestras espaldas, ni se inmiscuyen en nuestra intimidad, ni abandonan sus estanterías hasta que los retiramos.