-
Lo mejor que puede admitir un ser humano es que tal vez no tenga la inteligencia, la visión ni la comprensión necesarias para entender el universo, y que tal vez ningún ser humano llegue a entenderlo jamás. Atribuirlo todo a una deidad omnipotente es una excusa. Si a eso le añadimos los cuentos de hadas sobre la vida después de la muerte, se convierte en una reconfortante excusa.