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Estamos cara a cara con los bárbaros. El enemigo ya no está fuera, sino dentro de la ciudad, y la ideología dominante, paralizada, es incapaz de descubrirlo. Tartamudea, vencida por su propio desarme moral, y se rinde: es el momento de tomar las riendas. La sociedad actual es cómplice del mal que la devora.