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  • ¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de vencer nuestros deseos y resistir la tentación del pecado? ¿Cuántos de nosotros incluso bajamos la mirada cuando miramos algo que no debemos? El verdadero prisionero es aquel cuyo corazón se ha alejado del recuerdo de su Señor, y el verdadero cautivo es aquel que ha sido cautivado por sus caprichos y deseos.