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Siempre he pensado que si te echas atrás ante un miedo, el fantasma de ese miedo nunca desaparece. Disminuye a las personas. Así que siempre he dicho "sí" a lo que más miedo me daba. El miedo a defraudarme a mí mismo, a decir "no" a algo que me daba miedo y luego sentarme en mi habitación y decir: "Ojalá hubiera tenido el valor de decir esto o aquello", es lo que más me motiva.