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Lo que más recuerdo de la fiesta de bienvenida fue que mi cita se puso enferma después. Fue un asco. Luego, en el último año, a alguien se le pegó un chicle en el pelo mientras bailábamos. Tuvo que pedirle a una de las chaperonas que la llevara a la oficina y le cortara el pelo. Me sentí muy mal por ella, pero todo salió bien.