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  • Cuando uno se siente deshecho -desplegado sobre las frías baldosas de un baño público en un charco de su propio vómito, o temblando en la parte trasera de un taxi con unos vaqueros empapados de orina, sin dinero para pagar el taxi y con la batería del móvil agotada-, al igual que un niño pequeño tambaleante o un político desquiciado, uno busca inmediatamente a alguien a quien culpar. A Dios. A tus padres. Ex novias. Inmigrantes indocumentados. Marvin, de Recursos Humanos. China.

    Aisha Tyler (2013). “Self-Inflicted Wounds: Heartwarming Tales of Epic Humiliation”, p.11, Harper Collins