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Hoy en día, todas las personas de éxito parecen neuróticas. Quizá deberíamos dejar de compadecernos de ellos y empezar a compadecernos de mí, por ser tan condenadamente normal.
Hoy en día, todas las personas de éxito parecen neuróticas. Quizá deberíamos dejar de compadecernos de ellos y empezar a compadecernos de mí, por ser tan condenadamente normal.