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  • Aun así, me pregunto si no hay más mujeres artistas, músicas y escritoras porque no tenemos la suficiente fe en nuestras propias actividades como para dedicarnos el tiempo que necesitamos desesperadamente para dejarnos transformar por una visión creativa. Tal vez el techo de cristal no sea de cristal, sino de deditos pegajosos, platos amontonados en el fregadero e hipotecas que exigen dos ingresos.