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Este poema forma parte de una serie, todos ellos de intención elegíaca, y sujetos a las extrañas fuerzas del duelo que dan rienda suelta a desarrollos ilógicos, a configuraciones imposibles del pensamiento. El poema está construido de no-sequiturs, porque eso es lo que queda tras la muerte. No podemos seguir a los muertos, sean personas o ideas. En su lugar, permanecemos, pero en una situación que, en su ausencia, carece de sentido.