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La necesidad de civismo en la sociedad nunca ha sido tan importante. Los cimientos de la amabilidad y el civismo empiezan en nuestros hogares. No es de extrañar que nuestro discurso público haya decaído en la misma medida que la desintegración de la familia. La familia es la base del amor y del mantenimiento de la espiritualidad. La familia promueve una atmósfera en la que puede florecer la observancia religiosa. De hecho, hay belleza por todas partes cuando hay amor en casa.