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  • La policía y las leyes nunca podrán sustituir a las costumbres, las tradiciones y los valores morales como medio para regular el comportamiento humano. En el mejor de los casos, la policía y el sistema de justicia penal son la última línea desesperada de defensa de una sociedad civilizada. Nuestra creciente dependencia de las leyes para regular el comportamiento es una medida de lo incivilizados que nos hemos vuelto.