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Nadie anhela lo que ya tiene y, sin embargo, la perspicacia acumulada de los sabios de la vida espiritual sugiere que la razón por la que tantos de nosotros no podemos ver la X roja que marca el lugar es porque estamos parados en él. El tesoro que buscamos no requiere una larga expedición, ni un equipo caro, ni una aptitud superior o una compañía especial. Lo único que nos falta es la voluntad de imaginar que ya tenemos todo lo que necesitamos. Lo único que falta es nuestro consentimiento para estar donde estamos.