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Imagínese que ayer no hizo sol en Londres. Aquí estaba glorioso, como en pleno verano, y me senté con la ventana abierta de par en par, escuchando el discurso de dos tordos amorosos.
Imagínese que ayer no hizo sol en Londres. Aquí estaba glorioso, como en pleno verano, y me senté con la ventana abierta de par en par, escuchando el discurso de dos tordos amorosos.