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Hemos aprendido que los atentados terroristas no son causados por el uso de la fuerza; son invitados por la percepción de debilidad. Y la forma más segura de evitar atentados contra nuestra propia gente es enfrentarse al enemigo allí donde vive y planea. Hoy estamos combatiendo a ese enemigo en Irak y Afganistán para que no volvamos a encontrarnos con él en nuestras propias calles, en nuestras propias ciudades.