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No vamos más allá de lo que Marx llamó el valor de cambio del objeto en sí, no pensamos en las relaciones que ese objeto encarna y que fueron importantes para la producción de ese objeto, ya sea nuestra comida o nuestra ropa o nuestros I-pads o todos los materiales que utilizamos para adquirir una educación en una institución como ésta. Sería realmente revolucionario desarrollar el hábito de imaginar las relaciones humanas y no humanas que hay detrás de todos los objetos que constituyen nuestro entorno.