Si los zoológicos son como arcas, los animales raros son como pasajeros en un viaje de los condenados, que nunca encontrarán un puerto que les permita atracar o una tierra en la que puedan vivir en paz. La verdadera solución, por supuesto, es preservar la naturaleza salvaje que creó estos animales y tiene el poder de mantenerlos. Pero si realmente es cierto que nos dirigimos inevitablemente hacia un mundo en el que los gorilas de montaña sólo puedan sobrevivir en los zoológicos, entonces debemos preguntarnos si realmente es mejor para ellos vivir en entornos artificiales diseñados por nosotros que no nacer en absoluto.