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Si hubiera admitido mi culpabilidad, habría sido lo mismo que poner mi cabeza en la guillotina: prohibición de por vida. Pena de muerte. Pasé toda mi vida en los campos de béisbol de América, y no iba a renunciar a mi profesión sin antes ver alguna prueba contundente ... correcta o incorrecta, el castigo no se ajustaba al delito, así que negué el delito.