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  • A finales de agosto, el atractivo de las montañas se vuelve irresistible. Ardiendo por el fuego del sol eterno, quiero volver a ver agua corriente, abrazar un pino, cortar mis iniciales en la corteza de un álamo, que me pique un mosquito, ver un pájaro azul de montaña, encontrar una gran columbina azul, perderme entre los abetos, caminar por encima de la línea de madera, tomar el sol en la nieve y comer hielo, escalar las rocas y pararme en la cima del mundo en el pico de Tukuhnikivats.

    Edward Abbey (1996). “The Serpents of Paradise: A Reader”, p.128, Macmillan