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La misión de la ley no es oprimir a las personas y despojarlas de sus bienes, aunque la ley actúe con espíritu filantrópico. Su finalidad es proteger a las personas y los bienes.... Si se sobrepasa este límite, si se pretende que la ley sea religiosa, fraternal, igualadora, filantrópica, industrial o artística, se estará perdido en un territorio desconocido, en la vaguedad y la incertidumbre, en una utopía forzada o, peor aún, en una multitud de utopías, cada una de las cuales se esforzará por apoderarse de la ley e imponérsela.