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Como he oído, desde mi llegada a este lugar, un relato circunstancial de mi muerte y de mi último discurso, aprovecho esta temprana oportunidad para contradecir el primero y para aseguraros que todavía no he compuesto el segundo. Pero, por las omnipotentes disposiciones de la Providencia, he sido protegido más allá de toda probabilidad o expectativa humana, pues recibí cuatro balas a través de mi abrigo, y dos caballos disparados debajo de mí, y sin embargo escapé ileso, ¡aunque la muerte estaba arrasando a mis compañeros por todos lados!