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Que la misma Deidad hacedora de maravillas, que hace mucho tiempo liberó a los hebreos de sus opresores egipcios y los plantó en la tierra prometida, cuya providencial agencia ha sido últimamente conspicua en el establecimiento de estos Estados Unidos como nación independiente, continúe todavía regándolos con los rocíos del cielo y haciendo que los habitantes de toda denominación participen de las bendiciones temporales y espirituales de ese pueblo cuyo Dios es Jehová.