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De hecho, no somos de los menos satisfechos. Vosotros, sin embargo, si vuestra creencia os hace bienaventurados, ¡parecedlo! Vuestras caras siempre han sido más perjudiciales para vuestra fe que nuestras objeciones. Si estas buenas nuevas de vuestra Biblia estuvieran escritas en vuestros rostros, no necesitaríais insistir tan obstinadamente en la autoridad de ese libro... Sin embargo, tal como están las cosas, todas vuestras disculpas por el cristianismo tienen sus raíces en vuestra falta de cristianismo; con vuestro alegato de defensa inscribís vuestra propia acusación.