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Nosotros, representantes directos de los triunfadores de una matanza tras otra, debemos, por más virtudes pacíficas que poseamos, seguir llevando con nosotros, listos en cualquier momento para estallar en llamas, los rasgos de carácter humeantes y siniestros por medio de los cuales vivieron tantas masacres, dañando a otros, pero a sí mismos ilesos.