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Esta incapacidad para pensar creó la posibilidad de que muchos hombres corrientes cometieran actos malvados a una escala gigantesca, como nunca antes se había visto. La manifestación del viento del pensamiento no es el conocimiento, sino la capacidad de distinguir el bien del mal, lo bello de lo feo. Y espero que el pensamiento dé a la gente la fuerza necesaria para evitar catástrofes en esos raros momentos en que las cosas se ponen feas.