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Tenemos que dejar de llorar y empezar a sudar, dejar de hablar y empezar a caminar, dejar de maldecir y empezar a rezar. La fuerza que necesitamos no vendrá de la Casa Blanca, sino de cada casa de Estados Unidos.
Tenemos que dejar de llorar y empezar a sudar, dejar de hablar y empezar a caminar, dejar de maldecir y empezar a rezar. La fuerza que necesitamos no vendrá de la Casa Blanca, sino de cada casa de Estados Unidos.