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Proponed a un inglés cualquier principio o cualquier instrumento, por admirable que sea, y observaréis que todo el esfuerzo de la mente inglesa se dirige a encontrarle una dificultad, un defecto o una imposibilidad. Si le hablas de una máquina para pelar una patata, la declarará imposible: si pelas una patata con ella ante sus ojos, la declarará inútil, porque no cortará una piña.