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  • Se supone que las mujeres son muy tranquilas en general: pero las mujeres sienten igual que los hombres; necesitan ejercicio para sus facultades y un campo para sus esfuerzos tanto como sus hermanos; sufren de una restricción demasiado rígida, de un estancamiento demasiado absoluto, precisamente como sufrirían los hombres; y es estrechez de miras en sus congéneres más privilegiadas decir que deberían limitarse a hacer budines y tejer medias, a tocar el piano y bordar bolsos.

    Charlotte Bronte (2013). “Jane Eyre”, p.142, Simon and Schuster