-
Entonces empezó una experiencia que dio un vuelco a mi vida: trabajar en un libro con un niño negro como héroe. En ninguno de los manuscritos que había estado ilustrando aparecía ningún niño negro, salvo los negros simbólicos del fondo. En mi libro aparecería él, sencillamente porque siempre debería haber estado ahí. Años antes había recortado de una revista una tira de fotos de un niño negro. Las ponía a menudo en las paredes de mi estudio antes de empezar a ilustrar libros infantiles. Me encantaba mirarlo. Este era el niño que sería el héroe de mi libro.