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Para muchos de nosotros, tristemente, el espíritu de la Navidad son las "prisas". Y, sin embargo, al final llega la hora en que las prisas terminan y la carrera contra el calendario llega misericordiosamente a su fin. Tal vez sólo ahora reconozcamos verdaderamente el espíritu de la Navidad. (...) Con toda su confusión temporal, puede que nos ayude a ver que, por el contrario, la propia Navidad es eterna.