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El suelo no suele perderse en losas o montones de magnífico tonelaje. Se pierde poco a poco en millones de hectáreas por los actos descuidados de millones de personas. No puede salvarse con hazañas heroicas de tecnología gigantesca, sino sólo con millones de pequeños actos y restricciones, condicionados por pequeñas fidelidades, habilidades y deseos. La pérdida de suelo es, en última instancia, un problema cultural; sólo se corregirá con soluciones culturales.