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La espera en sí misma es beneficiosa para nosotros: pone a prueba la fe, ejercita la paciencia, entrena la sumisión y hace entrañable la bendición cuando llega.
La espera en sí misma es beneficiosa para nosotros: pone a prueba la fe, ejercita la paciencia, entrena la sumisión y hace entrañable la bendición cuando llega.