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Porque en París, cada vez que Dios pone allí (las calles) a una mujer bonita, el Diablo, en respuesta, pone inmediatamente a un tonto para que se la quede.
Porque en París, cada vez que Dios pone allí (las calles) a una mujer bonita, el Diablo, en respuesta, pone inmediatamente a un tonto para que se la quede.