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Nunca he dicho nada en contra de eminentes hombres de ciencia. De lo que me quejo es de una vaga filosofía popular que pretende ser científica cuando en realidad no es más que una especie de nueva religión, y una religión extraordinariamente desagradable. Cuando se hablaba de la caída del hombre, se sabía que se hablaba de un misterio, de algo que no se comprendía. Ahora hablan de la supervivencia del más apto: creen que lo entienden, cuando no sólo no tienen ninguna noción, sino que tienen una noción elaboradamente falsa de lo que significan las palabras.