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Cada familia tiene una historia que se cuenta a sí misma, que transmite a los hijos y a los nietos. La historia crece con los años, muta, algunas partes se afinan, otras se descartan, y a menudo hay debate sobre lo que ocurrió realmente. Pero incluso con estas diferentes caras de la misma historia, sigue habiendo acuerdo en que ésta es la historia familiar. Y a falta de otros relatos, se convierte en el mástil del que la familia cuelga su identidad.