-
Si confundimos el silencio de Dios con la indiferencia, somos las personas más miserables. Si nos rendimos cuando ya no comprendemos, rechazamos su amor bondadoso y firme, y nos alejamos de nuestra única esperanza real.
Si confundimos el silencio de Dios con la indiferencia, somos las personas más miserables. Si nos rendimos cuando ya no comprendemos, rechazamos su amor bondadoso y firme, y nos alejamos de nuestra única esperanza real.