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Los amigos amplían nuestros horizontes. Nos sirven de nuevos modelos con los que identificarnos. Nos permiten ser nosotros mismos y nos aceptan así. Aumentan nuestra autoestima porque creen que estamos bien, porque les importamos. Y como nos importan -por diversas razones, con distintos niveles de intensidad- enriquecen la calidad de nuestra vida emocional.