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Todos estamos heridos. Pero las heridas son necesarias para que su luz sanadora entre en nuestro ser. Sin heridas y fracasos y frustraciones y derrotas, no habrá apertura para que su brillo cosquillee e invada nuestras vidas. Los fracasos en la vida son cursos con matrículas muy caras, así que no me salto las clases y me pierdo mis lecciones: de humildad, de paciencia, de esperanza, de pedir ayuda a los demás, de escuchar a Dios, de intentarlo una y otra y otra vez.