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  • Cuántas espinas de la naturaleza humana -protuberancias duras, afiladas, sin vida, que nos desgarran y nos hieren, prejuicios estrechos, engreimientos erizados que nos repelen y nos disgustan- son desarrollos detenidos, tendencias calcificadas, capullos de promesa que deberían haber levantado una rama hacia el día soleado con frutos; y flores para deleitar el corazón de los hombres, pero ahora todas endurecidas, petrificadas, por falta de cultura y de un suelo y un clima agradables.